UNA VISIÓN INCREÍBLE

Isaías 25 describe una increíble visión. En ella, el profeta Isaías es transportado al futuro, precisamente, hasta los últimos días. Los comentaristas bíblicos están de acuerdo en que esta es una de las imágenes más claras en la Escritura acerca de los tiempos finales. Isaías nos muestra con precisión lo que Dios se propone para las naciones y para Su iglesia, justo antes del fin. Y ahora mismo, estamos viviendo en la mismísima hora que Isaías describe.

En los primeros cinco versículos, Isaías resume lo que Dios tiene reservado para las naciones. En un instante, Dios reduce el imperio de Satanás a escombros. Y de pronto, las naciones bajo la tiranía demoníaca son liberadas. Isaías irrumpe en una alabanza jubilosa al ver esto: “Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza”. (Isaías 25:1). Él esta diciendo: “Señor, jamás eres tomado por sorpresa. Has hecho grandes maravillas en el pasado y ahora tienes un plan para esta hora. Tú lo estableciste desde la fundación del mundo”.

Mientras Isaías observa el plan de Dios desarrollándose, su alma se emociona. Él exclama por las generaciones que vendrán: “En los últimos días, Dios va a aplastar y aniquilar el poder de Satanás. Estos palacios de seres demoníacos extraños serán llevados a la ruina y la ciudad del diablo será reducida a un montón de polvo”.

Las cadenas comienzan a caer de las mases que han estado atadas. Son liberadas de prisiones satánicas de miedo y de pecado. Isaías las llama “un pueblo fuerte” que quiere decir “un pueblo que estuvo endurecido por el pecado”. Y él nos dice que este mismo pueblo comienza a glorificar a Dios. Por años, estuvieron aterrorizados a causa de su opresor, Satanás, pero ahora sólo temen al Señor, aquél que los libró.

En aquella hora, el versículo 4 será cumplido a la vista del mundo entero: “Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro” (25:4).

Veo esto ocurriendo aún ahora en millones de personas por todo el mundo. Los pobres en espíritu se están fortaleciendo. Los necesitados están siendo rescatados. Y los angustiados están encontrando una abundancia de paz. Cristo se ha convertido en su protección, su refugio, su defensor, su escondite. Cuando una ráfaga de ardiente tentación se acerca de ellos, choca contra una pared santa que está alrededor de ellos y se desintegra. Los otrora feroces ataques de Satanás caen al suelo inofensivamente.