EL PELIGRO DE LA INCREDULIDAD

En el mensaje de Moisés a Israel en Deuteronomio, Moisés nos estaba mostrando el peligro de la incredulidad. Y él advirtió que a no ser que prestemos atención, sufriríamos las mismas horribles consecuencias que los que cayeron antes de nosotros: “Para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” (Hebreos 4:11). Él está diciendo, en esencia: “No importa qué imposibilidades enfrentes, o cuán desesperanzadas puedan parecer las cosas. No debes caer en el mismo pecado de incredulidad. De otra manera, terminarás en un terrible desierto, como ellos lo hicieron. Y darás divagarás en él, por el resto de tu vida.

“Dios es fiel para guiarte, como guio a nuestros padres a su crisis por una razón. Él quería enseñarles a confiar en Él. Él quería un pueblo que fuera inconmovible en su fe. Ellos debían salir del desierto con una fe probada que fuera tan pura como el oro. Él los quería como un testimonio al mundo de Su bondad hacia Su pueblo”.

Yo creo que nuestra generación ha tomado el pecado de la incredulidad muy ligeramente. Y ahora mismo, estamos viendo los trágicos resultados. Hoy, veo a muchos creyentes, llenos de depresión y ansiedad. Desde luego, algunos sufren de esto por razones físicas, pero muchos otros padecen tales sufrimientos a causa de su condición espiritual. En mi opinión, su depresión es el resultado del desagrado de Dios para con su constante incredulidad.

El Señor siempre usa un lenguaje fuerte cuando se refiere a la incredulidad entre Su pueblo, palabras tales como ira, enojo, aborrecimiento, tentarle a Él. Moisés insistió en recordarles a los jóvenes israelitas de esto: “Has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado... Y oyó Jehová la voz de vuestras palabras (de incredulidad), y se enojó, y juró diciendo: No vera hombre alguno de estos, de esta mala generación, la buena tierra que juré que había de dar a vuestros padres” (Deuteronomio 1:31,34-35).